09/03/2018 | 14 de enero de 2018
Las opiniones disociantes y las actitudes disruptivas no son una novedad en la conducta del fiscal federal Enrique Senestrari. Tanto que resulta difícil atribuirlas a un impromptu que, en todo caso, no han merecido su arrepentimiento en procura de reparar los excesos cometidos.
En el supuesto caso de que se confirme que la voz que salió a publicidad es la suya, ahora, sus dichos pretenden vaciar de legitimidad y horadar la hombría de bien del actual titular del Ministerio Publico Fiscal de la Nación, Eduardo Casal. Buscan agigantar una polémica, por cierto impropia, que lejos está de contribuir a fortalecer la calidad institucional de nuestra República y, sin lugar a dudas, adentra a Senestrari en un contexto complicado en términos disciplinarios, ya que, además, debe enfrentar el desenlace del sumario administrativo abierto por una anterior denuncia del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires y, otra, del Ministro de Justicia de la Nación que, todo indica, derivaría en su posible suspensión.
(*) Director Ejecutivo Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires.
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