Reflexiones

Nota del Director



REFLEXIONES

 

Desde esta columna hemos expresado en muchas ocasiones nuestras reflexiones y preocupaciones por la degradación institucional de nuestro país.

Desafortunadamente, el curso de los acontecimientos de los últimos seis meses en particular sugiere que la Argentina ha comenzado a transitar un proceso aún más complejo que nos coloca en las etapas iniciales de desintegración nacional.

No se trata simplemente de la absoluta ausencia de rumbo del Gobierno y del país en su conjunto, sino de síntomas más graves que, de persistir, pueden colocar a la Argentina en un camino de difícil retorno.

El serio episodio del avión iraní/venezolano es paradigmático. Es innecesario reiterar los detalles de la cronología de los acontecimientos bien conocidos por la opinión pública. Pero la situación es el resultado de una combinación de, en el mejor de los casos, desidia e inoperancia de los servicios de seguridad e inteligencia, o quizás algo mucho más grave, como complicidad premeditada o por simpatías políticas con los regímenes de Venezuela e Irán, o simplemente corrupción.

La información que ha fluido en las últimas semanas no deja dudas que las fronteras de la Argentina han pasado a ser un “colador” donde se han eliminado todos los controles tendientes a resguardar la seguridad de nuestro país frente a la infiltración terrorista y del narcotráfico.  Los datos cada vez más sólidos acerca de las irregularidades en la matrícula del avión, sus viajes anteriores con cargas poco creíbles que sugieren su utilización para el contrabando de armas y espionaje, sumado a la cada vez más dudosa identidad de los pilotos y algunos de sus tripulantes y su vinculación con organizaciones identificadas como terroristas, contrastan con las declaraciones de ministros del área de inteligencia que pretende justificar el itinerario del avión como un vuelo de instrucción de pilotos (no obstante que la tripulación ni siquiera revisten tal carácter) o del propio Presidente de la Nación que subestima el incidente como una fabricación de la oposición.

Toda esta situación reviste especial gravedad atento a las presuntas vinculaciones de los pilotos, confirmadas por el FBI y las agencias de inteligencia de Israel y países vecinos, con la Fuerza Quds, integrante de la Guardia Revolucionaria de Irán, con estrechos lazos con Hezbollah, organización que la propia justicia argentina califica como terrorista y responsable de los devastadores atentados en nuestro país a la AMIA y la Embajada de Israel.

En el orden interno, la ciudad de Rosario y sus alrededores se ha convertido en una zona de guerra de bandas narcotraficantes, en la cual el Estado ha pasado a ser un observador inerme mientras los asesinatos y amenazas a jueces crecen a niveles intolerables. En épocas en que el Gobierno Nacional recurre frecuentemente a la muletilla de la presencia del Estado, la población asiste a un escenario en el cual éste se encuentra ausente respecto a su primera y más básica función que es proveer seguridad a sus habitantes.

Otros episodios internos son igualmente preocupantes. Es notoria la creciente agresividad de algunos grupos mapuches que han incrementado la frecuencia y virulencia en los cortes de rutas, ocupaciones de predios y viviendas, y actos incendiarios y de violencia ante la pasividad de las autoridades nacionales y provinciales. Podrá argumentarse que la situación no ha alcanzado la gravedad de los ataques de los grupos mapuches violentos en Chile. Sin embargo, pareciera que las autoridades locales están observando indiferentes estos acontecimientos que tienen víctimas inocentes a quienes se les niega protección y justicia, lo que conduce al interrogante de cuál, si alguno, será el punto de inflexión, para que el Gobierno Nacional y los gobiernos provinciales decidan tomar en serio sus responsabilidades.

A estos factores se suman los intentos de profundizar la degradación institucional con el proyecto legislativo de incrementar a veinticinco los miembros de la Corte Suprema. No escapa a ningún observador no politizado, que el objetivo de esta iniciativa es neutralizar a la Corte Suprema como tribunal de última instancia y guardián de la Constitución Nacional. De prosperar este proyecto, se descabezaría al Poder Judicial como poder independiente, lo cual es consistente con la estrategia del actual Gobierno de subordinar la justicia al poder político con el argumento que sus miembros no son elegidos por el voto popular.

Es manifiesto que estas ideas responden a una concepción que se encuentra en las antípodas de la concepción republicana de nuestra organización política y que abriría las puertas a un régimen autocrático.  La peligrosidad de esta iniciativa se ve exacerbada por el hecho que no responde siquiera a razones puramente ideológicas, sino como un mecanismo tendiente a asegurar la impunidad de funcionarios y exfuncionarios por actos de corrupción pocas veces vistos en la Argentina; es decir, juegan su propia supervivencia política y su libertad a poder neutralizar a la justicia y frenar los juicios en curso por corrupción.

La aceleración de la inflación, la devaluación acelerada de nuestra moneda, la pobreza creciente, la manifiesta debilidad del sector externo y las restricciones para acceder a divisas para importar insumos y bienes de capital de inevitable impacto negativo en la actividad económica y el empleo, sumadas a las dificultades que tiene el Gobierno Nacional de financiar su creciente déficit, agregan un componente económico social cuyo impacto negativo es fácil prever.

Las agudas y generalizadas deficiencias en el suministro de gas oil que se han extendido por más de dos meses, con graves consecuencias para el transporte, el despacho de cereales para la exportación y la siembra del sector agropecuario, es otra muestra de la combinación tóxica de malas políticas (en este caso promoviendo una amplia brecha entre el costo de importación y la venta al mercado local) , la falta de previsión y la mala praxis, que contribuyen a profundizar la crisis económica.

La crisis política que viene agravándose a partir del enfrentamiento del Presidente de la Nación con la Vicepresidente, y que desembocó en la reciente renuncia del Ministro de Economía, ha tenido notorias repercusiones adversas en las expectativas económicas con impactos significativos en el incremento de los llamados tipos de cambio financieros, la inflación y la capacidad del Gobierno de continuar refinanciando su deuda interna. Estos acontecimientos producto de enfrentamientos, irresponsabilidad, decisiones carentes de racionalidad y malas políticas colocan al país en el umbral de una situación potencialmente incontrolable con gravísimas implicancias económicas, sociales e institucionales.

La política exterior del Gobierno suma bochorno tras bochorno.  Pocos días antes de la invasión de Rusia a Ucrania, el Presidente de la Nación en una reunión con el Presidente de Rusia le ofrecía nuestro país como la puerta de entrada a Latinoamérica.  Poco tiempo después, el Gobierno Nacional se vio en la necesidad de condenar sin mucha convicción dicha invasión ante la necesidad de conseguir el apoyo del Gobierno de los E.E.U.U ante el FMI para aprobar el plan de restructuración de la deuda argentina con ese organismo.

La Cumbre de las Américas en los Ángeles fue ocasión de nuevos bochornos. Primero, nuestro Gobierno condicionó su presencia a que el gobierno anfitrión invitara también a Cuba, Nicaragua y Venezuela, y apostó a una alianza con México para condicionar a los E.E.U.U con esa finalidad. Cuando el Presidente de México confirmó su asistencia, nuestro Presidente debió olvidar sus amenazas de ausencia y concurrió a la Cumbre.

Pero en la reunión de la Cumbre de las Américas el Presidente de la Nación retomó la defensa de su posición anterior y pidió la remoción del Presidente de la OEA que viene sosteniendo una posición firme frente a los regímenes no democráticos, para casi inmediatamente después enviar señales de amistad hacia el Presidente de los E.E.U.U con vistas a la gestión de una reunión en julio durante su visita en Washington y conservar su apoyo frente al FMI.

Este proceso de degradación de nuestro país no es inexorable ni inevitable. Existen muchas alternativas y medidas y cambios de políticas que podrían modificar el rumbo. Desafortunadamente, mientras se escriben estas reflexiones, no han aparecido aún indicios de esas posibilidades.

El Director